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Foto del escritorFrancisco González Christen

Crónicas Pandémicas. Capítulo 33




Pues bien. Ya tengo aplicada la primera dosis de la vacuna Pfizer contra el COVID19. Yo quería la rusa, pues en las redes sociales circulaban videos y memes de probables efectos benéficos, tales como mutaciones consistentes en que llenaba a uno de tantos músculos como a un halterofílico del equipo olímpico ruso, o acababa uno bailando el huapango como un cosaco vestido con el uniforme del ejercito rojo; esto es, un bailarín muy ágil y elástico, como del ballet Kirov. O del Bolshoi, da igual.


Estaba yo aterrado, dada la gran cantidad de videos y mensajes del Whatsapp que circulaban desde mi teléfono móvil a mi pobre cerebro, atormentado, afligido y atemorizado por historias de horror donde médicos que se la habían aplicado habían muerto de inmediato, víctimas de horribles choques anafilácticos, pues esta vacuna no debe aplicarse a personas con problemas de alergias y yo desde los cuatro de años de edad soy urticarioso. En la década de los 80 del siglo pasado, me hizo reacción una dosis de eritromicina inyectada por vía intramuscular. Sentía yo que todo daba vueltas a mi alrededor, como cuando me tomé más de medio litro de tequila en 5 minutos, para celebrar el nacimiento de mi primer hijo. Aquella vez agarré la peda de mi vida y recuerdo que estaba tocando a la puerta de mi abuela, en la hoy llamada Ciudad de México (no hace mucho "el defectuoso", por aquello del D.F.). Después amanecí en una calle extraña, con un horrible dolor de cabeza y sucio, a causa de los vómitos y excrementos que había vertido en la noche, tirado ahí, como cualquier teporocho. La eritromicina no me hizo perder el conocimiento, pero sí el equilibrio: no podía yo manejar, todo me daba vueltas como si estuviese en el tiovivo. Por otra parte, hay alimentos que de inmediato me provocan migraña; las nueces, la pimienta y el chocolate. Tan solo con oír o leer la palabra "canela" me dan unos dolores de cabeza intensos acompañados de lucecitas de colores, como si estuviese mirando un arbolito de Navidad encendido y todas las imágenes se me hacen chiquitas.

Como habrán notado, dejé de escribir en este blog, por varias razones. La primera es que estaba teniendo efectos contrarios a sus objetivos, que eran entretener a la humanidad mientras estaban encerrados en sus casitas esperando la llegada del alivio al COVID19, o sea, las vacunas o un medicamento que lo curase. También, limar asperezas entre chairos y fifís, quienes siguen a la greña. Unos se llenaban la boca diciendo que toda la desinformación que vertían era porque a ellos les iba bien si le iba mal a México, en tanto que los otros se la llenaban diciendo que ya saben quien nos iba a expropiar hasta los bienes intangibles, empezando por nuestras casas, y que el coronavirus era creación de laboratorio para esclavizarnos, que las vacunas traían microchips, que Kill Gates quería despoblar al planeta. O Soros. ¡Ah! Este Soros. Al hablar de él en un capítulo anterior, y de Donald Trump, me cayó la censura en Facebook y en Twitter, como ustedes recordarán. Es otra de las razones por las que dejé de escribir ¿Para qué si nadie iba a leer lo escrito por mí? Hasta le fecha me pregunto si fue Ezequiel Matias, ex mexicano admirador de Donald Trump o algún empleado de Soros el que orquestó la censura contra estas páginas. Incluso me empezaron a atacar bots y algunos hablaban como chairos. Ya no sentía lo duro sino lo tupido: todos estaban irritados conmigo: chairos, fifís, los seguidores de Trump y los gatos de Soros. Todo por decir, según alguno de ellos, puras pendejadas. Pues sí, claro que son pendejadas, pero son las pendejadas que ellos mismos crean y distribuyen en las redes con tal de ganar sus pleitos a como dé lugar, pero que a uno lo enferman, pues o están bien hechas y uno se las traga, o son tan burdas que ofenden la inteligencia y es muy molesto que a uno le estén tratando de ver la cara.

A estas alturas ya sabemos que Donald Trump no pudo retener la silla presidencial y Biden, que en aquella época se veía chaparrito, ahora se ve como un gigante. No sé ustedes, pero a mí sí me tranquilizó el discurso de Biden relativo a salvar al planeta de la contaminación industrial, pues regresó al Acuerdo de Paris sobre regulación medioambiental, entre otras cosas que había deteriorado su predecesor.

Para estas fechas, en Epifanía ya cumplimos el año de estar en paro a causa de la cuarentena. A una de nuestras profesoras, al parecer ya se le botó la canica. No está muerta, pero nadie sabe nada de ella. Yo, por mi parte, ingresé a un Doctorado en Creación Literaria. No les digo en qué institución, porque "se sala". Ya saben, hay mucha mala vibra, muchas envidias. Pero para prepararme y tener un buen desempeño, me dediqué a leer libros sobre cómo escribir cuento y novela. Entre otros, Logoi de Fernando Vallejo. Me costó un chingo entenderle, ya que en todo el libro se la pasa poniendo ejemplos en griego, latín, inglés, francés e italiano. Cuando los veía en italiano o en inglés, me sentía aliviado, pues mongoloentiendo esos idiomas. Pero el griego y el francés no se me dan. El francés no sé por qué. Lo estudié de niño, de joven y de adulto. Y nada. Afortunadamente, ahora con el Google se encuentran un montón de diccionarios bilingües y, como las citas eran frases breves, al final acabé entendiendo también las de francés. Lo bueno es que a las de griego y latín se le ocurrió traducirlas. Finalmente, algo aprendí y para entender cómo aplicaba sus recursos, tuve a bien comprar su libro "La puta de Babilonia", para gran disgusto de Ezequiel Matías. Porque, si bien las baterías de este señor están enfocadas contra la Iglesia Católica, también le da su raspadita a judíos, musulmanes y protestantes.

Otro libro que compré y leí, para gran disgusto de mi amigo Ezequiel, fue "En defensa de la sociedad abierta" de Soros, para ver sí era cierto aquello de la agenda de volver homosexuales a los menores de edad. No encontré nada de eso. Sí confirmé el dato de que puso en jaque a la economía inglesa en 1993 y me interesó mucho la parte de como jugar en la bolsa, para mi desgracia. Dada la cuarentena, las compras online se multiplicaron y una de las empresas que creció desmesuradamente con este problema fue Amazon. Yo lo constaté: mi hija todos los días recibía un paquete con algo comprado a esta empresa. Nunca entendí porqué lo único que no vendió Amazon fueron mis dos novelas. Quizá Ezequiel Matías me denunció, pues hasta la fecha tengo problemas de censura, ahora con Google. Esto ha sido un gran golpe y decepción para mí. Yo tenía en otro concepto a Google. Pero cada vez que anunciaba mis novelas, me andaban cerrando la cuenta de Facebook, Twitter y ahora la de Google, por "incitar a la violencia, al maltrato animal, al odio racial, al terrorismo, a la prostitución, a la pedofilia" y dicen que además hago anuncios de casas prestamistas y productos nocivos a la salud, según ellos. ¿De cuál fuman? ¿A qué horas dije o escribí esas porquerías?


Ustedes preguntaran ¿Y por qué estás escribiendo esto si sabes que no nos dejarán leerlo? Bueno, pues porque ya me pusieron la primera dosis de la vacuna. En un mes recibiré la segunda dosis y en dos meses podré viajar a donde me de la gana. Y podré vender y distribuir mis libros de manera personal, de modo que puedo mandar a la verga a todas estas compañías trasnacionales. Sí. Dado que se me acusa de usar palabras malsonantes, pues ahora las empleo, para que la acusación sea con provecho.


Pero, volviendo a Soros, me pareció muy aleccionador su método para ganar dinero. Un día, ví un anuncio en mi computadora que decía "invierta en Amazon y gane". Ni tardo ni perezoso me apunté. Me llamó un asesor. Un Broker, creo que se llama, mientras que yo sería un trader. Aunque creo que el trader era él, pues trader suena como a traidor. Me aventé con una inversión de trescientos dólares. Eso no sirve ni para cacahuates, si quiere comprar una acción en Amazon se necesitan 30614.63 dólares americanos. ¿Entonces para qué lo anuncian si la gente común y corriente no podrá adquirirlo? Bueno chico, me dijo el asesor, que tenía acento cubano, puedes ir especulando con monedas y pide un préstamo, hasta que juntes 3062 dólares y compras un minilote de acción de Amazon, luego otro y otro hasta que ya tienes la acción completa y ya está. Es fácil ¿No? Amazon es una empresa que va para arriba. Si, claro. Y yo para mis adentros, con las tácticas y estrategias de Soros lo voy a lograr. Y, en efecto, me anoté muchos éxitos. Gané como diez batallas pírricas. Pero para mí era algo no visto: en ocho días me había embolsado doscientos dólares. Entonces el broker empezó a presionarme para que juntara los tres mil dólares a la de ya para comprar el minilote de Amazon, mismos que obtuve saqueando mi tarjeta de crédito "oro" y la mitad de mi aguinaldo, en tanto que mi esposa estaba friegue y friegue que en las noticias hablaban de un fraude con estafadores que prometían enriquecer de la noche a la mañana a los incautos que caían en sus redes. Que eran colombianos. Mi broker no es colombiano ¿Cómo lo sabes? Porque habla como "Tres patines", el de "La tremenda corte" ¿Y tú te fiarías de alguien que hablara así? ¡Claro! Yo no soy racista, se ve que el tipo es serio, ¡mira toda la lana que he ganado en ocho días! Yo que tú retiraba algo, para ver si es serio o fraude. A mí se me hace que ya te volvieron a ver la cara de pendejo.


La verdad es que acababa de sanear mi costosa tarjeta Oro convirtiéndola a una deuda de meses con intereses más bajos y mi plan era tomar parte de la plusvalía para pagar el préstamo, y con otra parte de las ganancias seguir especulando en la bolsa al estilo Soros. Siempre que quise jugar a la baja con la libra esterlina, los británicos me rompieron el queque, pero cada vez que aposté a la libra esterlina contra el euro o contra el dólar americano, gané. En general, cada vez que aposté contra el dólar americano gané, incluso apostándole al peso mexicano. La idea era que Trump deseaba dejar en problemas a Biden y mientras éste no tomara posesión, se podría apostar contra el dólar americano y en eso no me equivoqué. El error fue preguntarle al broker que cómo se le hacía para retirar el dinero. Porque, en vez de decirme ¿Vé usted tal logotipo en la ventanita superior derecha? Pues hágale clic y ahí puede retirar su dinero, me dijo que por la pandemia y la crisis del dólar era buen momento para comprar metales, oro y plata. Yo acababa de ver que el oro andaba mal y hacía unos años, al hacer mi tesis de mercadotecnia, me acordé de un metal era más caro que la plata y más barato que el oro: el paladio. Chequé las gráficas y ví que era un metal bastante estable y que iba al alza. De modo que compré plata, paladio y, por consejo del broker ¿se traduce como quebrador? especulé con el par dólar americano/dólar de Singapur y ¿Qué creen? Que el paladio se echó un clavado impresionante, más espectacular que el de los clavadistas de La Quebrada de Acapulco. La plata también y con el par dólar americano/dólar de Singapur perdí con las dos variantes. Porque, como soy desconfiado, siempre que compraba un par, por ejemplo libra esterlina contra euro, compraba el mismo lote al alza de libras que otro lote con la libra a la baja. Y si veía que en un par mi inversión iba para abajo, de inmediato vendía mi lote y me quedaba con el que iba al alza. O viceversa. Así es como gané muchas batallas pírricas, pero con el dólar de Singapur perdí de manera impresionante jugando con los dos bandos. Y lo peor es que no pude retirar mi dinero, porque, al apostar fuerte al paladio, no tenía saldo disponible para retirar. Así que perdí la mitad de mi aguinaldo y volví a quedar con la tarjeta Oro hasta el full, pero ahora en adición al crédito de la reestructuración anterior. En lugar de pagar mis deudas, salí como el gallo de los huevos de oro (Augusto Moterroso dixit). Vendí lo que quedó de mi lote de paladio, aguanté con el de la plata, también rematé mis lotes de dólares americanos y de Singapur y me batí como un tigre con las tácticas bajistas de Soros, pero sólo recuperé treinta dólares en un mes. Como tenía previsto salir de deudas en diciembre del 2020, año fatídico, y resultó todo lo contrario, me quedé con problemas de liquidez y tuve que vender mi lote de plata y los pocos euros y libras que me quedaban. Además me dió miedo seguir apostando contra el dólar americano, pues siempre sospeché que en cuanto Biden tomase el poder, el dólar se recuperaría, pese a lo que dicen sesudos traders.


Pues entonces no me quedó otra que tratar de vender mis novelas en Amazon. Pero ahora las teorías de comunicación y mercadotecnia dicen que no sirve para nada anunciar directamente un producto. Ya no puedes decir "fabulosa oferta, llévese dos cajas de muerto por el precio de una". Ahora tienes que crear contenido, hablar de otra cosa. Por eso escribí estas crónicas, para generar contenido y llevar lectores a mis otras novelas. Además, quería hacerle al Maupassant, quien escribió una gran cantidad de cuentos porque tenía que entregar a la prensa uno a la semana. Era una manera moderna de escribir por entregas. La diferencia es que era autoimpuesta y la promesa de recibir dinero a cambio de mi trabajo era hasta llegar a mil suscriptores. Igual en el canal de Youtube. Pero cada vez que quise anunciar estas crónicas en Twitter, Goggle o Facebook me salían que el anuncio había sido rechazado por violar cerca de 20000 normas comunitarias, sin especificar claramente a cual de todas, pero en cuya lista está, como ya dije, por "incitar a la violencia, al maltrato animal, al odio racial, al terrorismo, a la prostitución, a la pedofilia, hacer anuncios de casas prestamistas y productos nocivos a la salud".


Pero en Youtube me empezó a ir bien y a partir de junio el número de vistas y de suscriptores empezó a crecer y a crecer hasta que rebasé los mil suscriptores necesarios para ganar lana y ¿Qué creen? Que ¡Felicidades! ¡Ya alcanzaste los 1000 suscriptores, ahora te falta llegar a 4000 horas de reproducción pública, ya llevas 250! O sea ¡échale ganas, al paso que vas, en cinco años lograrás ganar lana con nosotros! Como si producir un video fuera "enchílame ésta". Pero bueno, ahí estoy de terco, necio testarudo y un poco panoli, como decían los gachupines de antaño. A un amigo se le ocurrió pedirme un video sobre ajedrez. Lo hice: con After effects y pantalla verde logré clonarme y representar a dos jugadores y a dos cronistas. Pero llevar a la pantalla yo solito una partida con todas sus ramificaciones, estaba en chino y por poco y repruebo una materia en el doctorado, por estar metido en este chingado video, que sólo tuvo 2000 vistas.


En Youtube me anoté algunos hits de 50000 vistas o más, pero me costaron dinero, y un primer pleito con Google Ads. Pero logré hacer que me atendiera un ser humano y hacerle un drama, un tango argentino y se compadeció de mí, por eso me dejaron anunciar mis videos y sacarle la lengua al Twitter y al Facebook. Fue cuando estas redes desplataformizaron a Trump. Por un lado, me alegré, pues soy mexicano y no me agradó la campaña antimexicana que utilizó para hacerse del poder. Pero, por otro, me aterré, pues a él, con ideología diametralmente opuesta a la mía, le estaban haciendo lo mismo que a mí. No dejé de admirar a Mark Zuckerberg ¡Qué huevos de hacerle eso al presidente de la nación más poderosa del mundo! Pero, entonces, sentí como que ya se estaban actualizando las hipótesis de las películas "Terminator" protagonizadas por Arnold Schwarzenneger, donde la red Skynet decide que los peores depredadores somos los seres humanos y decide exterminarnos.


Estaba yo feliz con mis pequeños éxitos en Youtube. Incluso ví que el ritmo de crecimiento de mis horas de ejecución pública empezó a crecer como la curva de contagios del COVID19 en el año pasado. Navegando por el Facebook me encontré a un sudamericano (que no hablaba como tres patines, sino como gaucho), productor de cine y que andaba haciendo tráilers para escritores independientes. Me apunté, le pagué por adelantado, mi esposa friegue y friegue que yo era un panoli y que ya había caído en otra trampa. Para colmo, se me pasó la mano con la publicidad en Youtube, pues hice una blitzkrieg para alcanzar los mil suscriptores y me llegó un cuentononón que no me esperaba. Hice malabares para pagarle al argentino y a Google Ads y el argentino cumplió su palabra. Hizo un tráiler hermoso. La gente me preguntaba ¿Y cuándo se va a estrenar la película? Ojalá que pronto, nada más hace falta que una casa productora la adopte; pero, seguramente, con este trailer eso ocurrirá más pronto que tarde. Y otra vez ¿Qué creen? El tráiler fue un éxito. Posiblemente es la causa del crecimiento exponencial de las horas de ejecución pública e incluso rompí el hielo en las ventas de las novelas en Amazon. Pero, de repente, tanto las ventas en Amazon como las vistas en Youtube se pararon en seco. La razón: el anuncio fue rechazado, por "incitar a la violencia, al maltrato animal, al odio racial, al terrorismo, a la prostitución, a la pedofilia, anuncios de casas prestamistas y productos nocivos a la salud, y además, hackear las cuentas de algún partido político (sin saber cuál) en vísperas de elecciones". Me pregunto quién habrá sido ¿Los chairos, los fifís o los dos? El hecho es que a mi me encabrita mucho que coarten mi libertad de expresión, y más que lo hagan basados en calumnias, verdades a medias y exageraciones. Así que probablemente ésta es una despedida. Tal vez fue la última publicación de este blog y que será cerrado de manera unilateral, abusiva, mentirosa y absurda al igual que mi canal de Youtube. El año pasado esto me habría dado un golpe que podría inducirme al suicidio. Pero esta vez, como ya se están aplicando las vacunas con el covid, me vale madre. Pues ya podré abrir de nuevo la escuela Epifanía, imprimir en mi ciudad mis novelas y venderlas personalmente, apoyado por medios de comunicación tradicionales y limpiándome el culo con la censura de las redes sociales. Que por cierto, los de Google se dedican a llenar la pantalla del celular de mi esposa con anuncios que le prometen hacer que le crezca su pene siete centímetros a la semana. Y mi esposa es mujer de nacimiento. No le asignaron el sexo femenino, nació mujer y toda la vida ha sido mujer. A mí también me llega ese anuncio. Pero, ¿se imaginan qué va a ser de mí quien de por sí tiene grande el miembro masculino si mi pene creciese 7 centímetros cada semana? Me generarían un problema. Adiós amigos.


FIN DE LAS CRÓNICAS PANDÉMICAS Y PROBABLEMENTE DE MI RELACIÓN CON GOOGLE.

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